lunes, 8 de mayo de 2017

LAS “GESTANTES DE ALQUILER” DESDE LA PERSPECTIVA FEMINISTA DE LA SALUD DE LAS MUJERES

Éste fin de semana participamos en la jornada 
RAÍCES Y CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA SEXUAL PATRIARCAL 
organizada por la Plataforma Violencia Cero.

 Nuestra compañera Pilar Iglesias compartió sus reflexiones sobre el alquiler de una mujer para la satisfacción del deseo de ser madre y padre de otra/otro, o lo que se viene llamando  "Alquiler de vientres" o "Gestación subrogada".



Estas son algunas de sus reflexiones:


Diferentes voces relacionan la prostitución (alquiler de una mujer para el placer sexual de otro) y el “alquiler de mujeres” para la procreación (alquiler para la satisfacción del deseo de ser madre y padre de otra/otro), como dos formas de explotación sexual de las mujeres. “Prácticas, ambas, muy lucrativas que simbolizan la desigualdad sexualizada, ponen el cuerpo, la capacidad reproductiva y la salud de las mujeres a disposición del mercado y garantizan la prerrogativa histórica de acceder, controlar y explotar la sexualidad o la reproducción femenina.” Laura Nuño. (Una nueva cláusula del contrato sexual. ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política. N.º 55, julio-diciembre, 2016, 683-700).

Ambos temas están íntimamente ligados con la construcción patriarcal de la sexualidad humana, incluida la procreación: el hombre como sujeto, dueño, de su sexualidad, tiene el derecho a satisfacerla, y a ejercer la paternidad, engendrando hijos/as en la mujer (poligamia, etc.). Y la mujer, como objeto en función de la satisfacción de la sexualidad masculina y de la procreación. Una visión de la sexualidad humana que, como ya nos decía Kate Millet en 1969, es fundante de la desigualdad y de la violencia contra las mujeres.   

La prostitución y el alquiler de gestantes constituyen una descarada y brutal expresión de esta construcción de la sexualidad humana, con el agravante de excusarse y justificarse bajo argumentos de “libre elección” de las mujeres alquiladas, en uno y otro caso. Evidentemente ambas formas de explotación atentan contra la libertad sexual y contra la salud (entendida en el sentido holístico de salud física, mental, emocional, sexual y social) de las mujeres implicadas.

Centrándonos en el tema específico del alquiler de mujeres para la gestación de seres humanos, podemos preguntarnos: ¿Dónde queda el derecho a la salud y en concreto a la salud sexual y reproductiva (entendida ésta como “una condición de bienestar físico, mental y social en los aspectos relativos al sistema reproductivo en todas las etapas de la vida”) en el alquiler de mujeres gestantes?:

Se dan los mismos sesgos que reconocemos una y otra vez en el tratamiento (o no tratamiento) de la salud de las mujeres: Fragmentación: la compra de sexo, óvulos, gestación y parto, es un mercado de mujeres fragmentadas, “troceadas”; utilización de la mujer  para la satisfacción de un deseo de otros y otras; invisibilidad, falta de investigación, manipulación de datos sobre los efectos, el impacto, de tratamientos, prácticas laborales, intervenciones, etc., en la salud de las mujeres, versus excesiva medicalización, entre otros.
Hablar de “vientres de alquiler” o “alquiler de úteros” es ficticio. El embarazo y el parto son procesos fisiológicos (qué únicamente podemos experimentar las mujeres) y comprometen, implican, a la mujer, produciendo cambios, modificaciones, importantes en su fisiología y que pueden conllevar riesgos de salud importantes. No existe ningún otro proceso fisiológico (y creo que ninguna otra experiencia) de características similares que pueda ser experimentado por un ser humano. 
Se refuerza la contradicción patriarcal tradicional de reducir el valor y el destino de la mujer a la condición de madre, robándole al mismo tiempo la maternidad, desde lo simbólico, lo jurídico, etc., reduciéndola así a mera vasija portadora del “hijo del padre”, al igual que en la Grecia clásica (asegurando que lo sea genéticamente y despreciando la influencia emocional y física de la madre gestante). En palabras de Laura Nuño Las gestantes alquiladas son la nueva “mujer pública-buena”, en contraposición con las mujeres públicas “malas” para el uso sexual de los varones. 
El derecho a la libertad de decisión sobre la gestación queda limitado a una necesidad de tipo económico, cuando no a una imposición por parte de maridos, familia, en marcos culturales de falta de autonomía de las mujeres. La salud pos parto de las mujeres no está en absoluto garantizada.
La vida sexual de la mujer queda limitada por condiciones del contrato, además de por la propia situación de embarazo
Se exige una falta de implicación emocional con el ser humano que gesta, contradictoria con la salud mental y emocional tanto de la mujer como del feto. Existe una profunda contradicción entre la creación de vínculo emocional que se preconiza en otros embarazos y el compromiso a no crearlo en este caso, con aplicación de terapias para evitarlo. Es decir se impone a la gestante una disociación (estrategia utilizada por los niños y niñas víctimas de abuso sexual y por mujeres prostituidas, que provoca importante secuelas a medio y largo plazo). Evidentemente, habría que plantearse también la repercusión en la salud de la criatura. 
El “deseo” de ser padre o madre no puede constituirse como un derecho cuando, para actualizarlo, es preciso utilizar a otra persona, sometiéndola a un proceso que no nace de su libertad para ser madre, sino de una “prestación de servicios”. El “deseo” de las mujeres “infértiles”, con frecuencia por cuestiones sociales (retraso de la edad de reproducción, stress y exigencias laborales, etc.) se compensa con la utilización de mujeres fértiles pobres, la estimulación ovárica de estudiantes vendedoras de óvulos, etc.
Se prohíbe la “venta de órganos”, no ya para satisfacer un “deseo” de otra persona, sino incluso para mejorar su salud, o evitar su muerte. Sólo se fomenta la donación gratuita de órganos y sangre. ¿Sería ésta comparable con la “donación de gestación”? ¿Se aceptaría permitir una donación voluntaria de órganos que impliquen un grave riesgo de  vida?  ¿Todo puede permitirse bajo el marco de la “libertad individual”? ¿Podría permitirse la esclavitud aceptada individualmente?

Terminamos esta reflexión con unas palabras de la feminista Germaine Greer: “Cualquier sociedad capaz de considerar factible y también tolerable la posibilidad de pedirle a una mujer que actué como madre sustituta y que acceda a dejarse implantar un ovulo fecundado de otra mujer en el útero, donde proseguirá la gestación hasta que nazca la criatura, que entonces será entregada, es una sociedad que por fuerza ha de conceder escasa importancia a dicho proceso y al papel que cumple la madre en el mismo”

Y para terminar, queremos agradecer a la Plataforma Violencia Cero  y a las compañeras de mesa por su gran trabajo.

Otras noticias relacionadas: http://www.diariosur.es/malaga-capital/201705/07/asociaciones-mujeres-malaga-piden-20170506211059.html

http://asociacionmujerespuntossubversivos.blogspot.com.es/2017/04/raices-y-consecuencias-de-la-violencia.html

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