sábado, 5 de noviembre de 2016

Me vestiré de Púrpura

El pasado domingo, en un encuentro informal y afectivo, volvimos a unir lo personal y lo político.

Recordamos la historia, jugamos a partir de ella, reflexionamos, reímos y por qué no, inventamos.

Lo que surgió de ahí, lo llevamos en el corazón y el alma, y como siempre, nuestra amiga Pilar, aprovechó para dibujarlo con palabras convirtiéndose en Sylvia Pankhurst.

Así que al día siguiente, uniendo estos pensares y sentires los enredó con un poema de Jenny Joseph y gestó una versión libre de su poema When I am Old. y ésto fue lo que nació y hoy comparte con todas nosotras.

La vieja dama

No quiero, no,
ser una vieja dama,
que repite, sin creerlo,
“que todo tiempo pasado fue mejor”.

No quiero, no,
perderme en el lamento,
la queja inútil,
la envidia de lo nuevo.

No quiero, no,
pudrirme bajo ropajes
que más que ocultar,
evidencian lo marchito de la carne.

No quiero, no,
recitar rosarios de quejas y dolores,
construir el argumento de mi vida,
en torno a una retahíla
de artrosis, artritis, y otros términos
de difícil dicción.

No quiero, no,
ignorar el deseo que aún late
en mis entrañas,
renunciar a reír,
y tampoco a llorar,
a indignarme,
a gritar,
y también, 
a entusiasmarme,
utópica, sí, 
porque a estas alturas de la vida,
nada ni nadie puede ya 
robarme la utopía.

No quiero, no
renunciar a vestirme de púrpura,
o de rojo,
a reír, a llorar,
a sentir,
a desbordarme,
aunque pueda parecer inapropiado.

Y quizás haga algún día,
lo mismo que la vieja dama
del poema de Jenny Joseph,
y me siente en el bordillo cuando esté cansada
(o me tiré en una plaza para protestar);
Y quizás me gaste la pensión,
no en brandy ni guantes como ella,
sino en libros y otros caprichos
tal vez inconfesables.

Vestiré una chaqueta con piedras incrustadas,
me pondré un sombrero,
quizás púrpura, quizás prestado,
(o mejor aún puede que me ponga
al mundo por montera).
Tomaré una bandera,
en la que no faltará
el color violeta.
Tiraré a la basura
todo lo que ya resulte sobrante,
incluidas tristezas y rencores.
Dejaré en casa 
la dignidad de una vieja dama,
y buscaré vivir 
el hoy, el presente,
cada momento,
como si fuera para siempre,
como si fuera eterno.


Jugando a "Sylvia Pankhurst, tras el Taller de Betty Dodson."

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