miércoles, 24 de marzo de 2021

Pilar Iglesias gana el Premio Kate O’Brien del Aula María Zambrano de Estudios Transatlánticos de la Universidad de Málaga

Presentamos una breve reseña sobre el trabajo “Las Lavanderías de la Magdalena de Irlanda y los centros del Patronato de Protección a la mujer de España: ejemplos de política sexual de represión y punición de las Mujeres”, de nuestra compañera Pilar Iglesias Aparicio, que ha obtenido el I Premio Kate O’Brien del Aula María Zambrano de Estudios Transatlánticos de la Universidad de Málaga, entregado el día 23 de marzo.

Las Lavanderías de la Magdalena y los Centros del Patronato de Protección a la Mujer representan un caso paradigmático de violencia institucional contra las mujeres y las niñas, ejercida por la Iglesia católica y los estados de cada país. Un ejemplo de la victimización sufrida por las mujeres y las niñas, a causa de la política sexual patriarcal imperante en la sociedad. 
 
En ambos casos, fueron instituciones donde las mujeres y las niñas eran internadas de manera arbitraria (en muchos casos por haber sido violadas por un miembro de su familia o de la comunidad, que quedaría impune), explotadas laboralmente, sometidas a todo tipo de humillaciones, abusos y trato vejatorio, y obligadas a “entregar” a sus hijos o hijas tras dar a luz, en el caso de las jóvenes embarazadas. 
 
En ambos países, aunque las instituciones estaban a cargo de órdenes religiosas de la Iglesia Católica y la disciplina era impuesta directamente por las monjas de dichas órdenes, el Estado tenía responsabilidad en las mismas. En el caso español, de manera explícita y directa siendo el Patronato un organismo adscrito al Ministerio de Justicia. En el caso irlandés, de manera indirecta, puesto que, aunque no dependían del Estado, éste mantuvo durante décadas una estrecha relación con las Lavanderías, se aprovechó del trabajo realizado en las mismas, y fue negligente en la vigilancia, permitiendo que incumpliesen las normativas legales en vigor.
 
Tanto en Irlanda como en España, los respectivos Estados y la Iglesia Católica obtuvieron beneficios de esta complicidad: la Dictadura franquista, confesionalmente católica, justificaba la violencia y la represión tras la imagen de defensora de la religión y la moralidad que le otorgaba disfrutar del apoyo de la Iglesia Católica, mientras, a cambio, ésta obtenía un importante monopolio en el campo de la educación, el control de la moral y el control de los centros de contención como reformatorios, orfanatos y centros del Patronato de Protección a la Mujer. En Irlanda, el Estado Libre que se constituye en 1922 tiene una aliada secular en la Iglesia Católica, a cambio de cuyo favor y pese a ser una república cuya Constitución reconoce la libertad religiosa, permite que sea la Iglesia quien también siga manteniendo un amplio campo de control social a través de la educación y de las instituciones de control y retención, como orfanatos, reformatorios, y Lavanderías de la Magdalena. 
 
En ambos casos se produjo un robo sistemático del derecho de las mujeres a la maternidad y del derecho de las criaturas nacidas a permanecer bajo el cuidado de su madre biológica. Las mujeres eran prácticamente obligadas a firmar la entrega de la criatura en adopción, en ocasiones desde el primer momento de llegada a la institución. Se ejercía sobre ellas chantaje emocional, siendo repetidamente culpabilizadas y castigadas cuando se negaban a firmar; además de saber en muchos casos que no contarían con el apoyo familiar ni social como madres solteras. Todo ello hace que las instituciones practiquen un sistema de adopción forzada, cuando no el robo directo de las criaturas haciendo creer a sus madres que éstas habían muerto al nacer. El sistema decide qué mujeres son “aptas” para ejercer como buenas madres y a cuáles debe de serles negado este derecho. Una violencia reproductiva y un robo de las criaturas que sabemos se produjo también en las dictaduras latinoamericanas. 
 
Respecto a los niños y niñas constituye un robo de la identidad desde el momento del nacimiento. La sanción impuesta sobre la madre por su ideología política, como en el caso de las dictaduras franquista y latinoamericanas, o su comportamiento sexual, o ambas, recae sobre la criatura, que se entregará a una familia que sí responda a los “valores” del sistema, y tenga los medios económicos suficientes para comprarla. Así salieron de Irlanda gran número de bebés adoptados por familias residentes en Estados Unidos. Así se practicó en España en las cárceles franquistas, se continuó realizando en los Centros del Patronato y posteriormente, ya en democracia, dentro de las maternidades, creando una red de robos de bebés que sólo ha empezado a descubrirse recientemente. 
 
Cualquier mirada al pasado debe remitirnos a una reflexión sobre el presente: 
 
  • ¿En qué medida seguimos manteniendo en nuestras sociedades, en el momento actual, patrones patriarcales de política sexual, que afectan muy negativamente la vida de las personas, especialmente de las mujeres, pese al avance en igualdad formal?
  • ¿En qué medida esa estructura de política sexual alimenta y mantiene actualmente la explotación y la violencia extrema contra las mujeres a través de la industria del sexo: es decir, la pornografía y la prostitución?
  • ¿En qué medida aceptamos, bajo el paradigma de la posmodernidad, la explotación y violencia extrema contra las mujeres a través del robo de la maternidad en la nueva modalidad de “maternidad subrogada”?
  • ¿Somos conscientes de nuestra responsabilidad como sociedad, en la creación de grupos e individuos marginados, quizás bajo nuevas o viejas etiquetas como pueden ser la emigración por razones económicas, la búsqueda de refugio huyendo de la pobreza, la persecución o la guerra, la orientación sexual, el color de la piel, el país de origen, la religión, la etnia, la pobreza, la enfermedad, etc.?
  • ¿Hasta qué punto se mantiene el modelo de pedagogía correccional en los servicios sociales de atención a las personas en situación de vulnerabilidad en nuestras sociedades actuales?

 

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