Presentamos una breve reseña sobre el trabajo “Las Lavanderías de la Magdalena de Irlanda y los centros del Patronato de Protección a la mujer de España: ejemplos de política sexual de represión y punición de las Mujeres”, de nuestra compañera Pilar Iglesias Aparicio, que ha obtenido el I Premio Kate O’Brien del Aula María Zambrano de Estudios Transatlánticos de la Universidad de Málaga, entregado el día 23 de marzo.
Las Lavanderías de la Magdalena y los Centros del
Patronato de Protección a la Mujer representan un caso paradigmático de
violencia institucional contra las mujeres y las niñas, ejercida por la
Iglesia católica y los estados de cada país. Un ejemplo de la
victimización sufrida por las mujeres y las niñas, a causa de la
política sexual patriarcal imperante en la sociedad.
En ambos
casos, fueron instituciones donde las mujeres y las niñas eran
internadas de manera arbitraria (en muchos casos por haber sido violadas
por un miembro de su familia o de la comunidad, que quedaría impune),
explotadas laboralmente, sometidas a todo tipo de humillaciones, abusos y
trato vejatorio, y obligadas a “entregar” a sus hijos o hijas tras dar a
luz, en el caso de las jóvenes embarazadas.
En ambos países,
aunque las instituciones estaban a cargo de órdenes religiosas de la
Iglesia Católica y la disciplina era impuesta directamente por las
monjas de dichas órdenes, el Estado tenía responsabilidad en las mismas.
En el caso español, de manera explícita y directa siendo el Patronato
un organismo adscrito al Ministerio de Justicia. En el caso irlandés, de
manera indirecta, puesto que, aunque no dependían del Estado, éste
mantuvo durante décadas una estrecha relación con las Lavanderías, se
aprovechó del trabajo realizado en las mismas, y fue negligente en la
vigilancia, permitiendo que incumpliesen las normativas legales en
vigor.
Tanto en Irlanda como en España, los respectivos Estados y
la Iglesia Católica obtuvieron beneficios de esta complicidad: la
Dictadura franquista, confesionalmente católica, justificaba la
violencia y la represión tras la imagen de defensora de la religión y la
moralidad que le otorgaba disfrutar del apoyo de la Iglesia Católica,
mientras, a cambio, ésta obtenía un importante monopolio en el campo de
la educación, el control de la moral y el control de los centros de
contención como reformatorios, orfanatos y centros del Patronato de
Protección a la Mujer. En Irlanda, el Estado Libre que se constituye en
1922 tiene una aliada secular en la Iglesia Católica, a cambio de cuyo
favor y pese a ser una república cuya Constitución reconoce la libertad
religiosa, permite que sea la Iglesia quien también siga manteniendo un
amplio campo de control social a través de la educación y de las
instituciones de control y retención, como orfanatos, reformatorios, y
Lavanderías de la Magdalena.
En ambos casos se produjo un robo
sistemático del derecho de las mujeres a la maternidad y del derecho de
las criaturas nacidas a permanecer bajo el cuidado de su madre
biológica. Las mujeres eran prácticamente obligadas a firmar la entrega
de la criatura en adopción, en ocasiones desde el primer momento de
llegada a la institución. Se ejercía sobre ellas chantaje emocional,
siendo repetidamente culpabilizadas y castigadas cuando se negaban a
firmar; además de saber en muchos casos que no contarían con el apoyo
familiar ni social como madres solteras. Todo ello hace que las
instituciones practiquen un sistema de adopción forzada, cuando
no el robo directo de las criaturas haciendo creer a sus madres que
éstas habían muerto al nacer. El sistema decide qué mujeres son “aptas”
para ejercer como buenas madres y a cuáles debe de serles negado este
derecho. Una violencia reproductiva y un robo de las criaturas que
sabemos se produjo también en las dictaduras latinoamericanas.
Respecto a los niños y niñas constituye un robo de la identidad desde el
momento del nacimiento. La sanción impuesta sobre la madre por su
ideología política, como en el caso de las dictaduras franquista y
latinoamericanas, o su comportamiento sexual, o ambas, recae sobre la
criatura, que se entregará a una familia que sí responda a los “valores”
del sistema, y tenga los medios económicos suficientes para comprarla.
Así salieron de Irlanda gran número de bebés adoptados por familias
residentes en Estados Unidos. Así se practicó en España en las cárceles
franquistas, se continuó realizando en los Centros del Patronato y
posteriormente, ya en democracia, dentro de las maternidades, creando
una red de robos de bebés que sólo ha empezado a descubrirse
recientemente.
Cualquier mirada al pasado debe remitirnos a una reflexión sobre el presente:
- ¿En qué medida seguimos manteniendo en nuestras sociedades, en el momento actual, patrones patriarcales de política sexual, que afectan muy negativamente la vida de las personas, especialmente de las mujeres, pese al avance en igualdad formal?
- ¿En qué medida esa estructura de política sexual alimenta y mantiene actualmente la explotación y la violencia extrema contra las mujeres a través de la industria del sexo: es decir, la pornografía y la prostitución?
- ¿En qué medida aceptamos, bajo el paradigma de la posmodernidad, la explotación y violencia extrema contra las mujeres a través del robo de la maternidad en la nueva modalidad de “maternidad subrogada”?
- ¿Somos conscientes de nuestra responsabilidad como sociedad, en la creación de grupos e individuos marginados, quizás bajo nuevas o viejas etiquetas como pueden ser la emigración por razones económicas, la búsqueda de refugio huyendo de la pobreza, la persecución o la guerra, la orientación sexual, el color de la piel, el país de origen, la religión, la etnia, la pobreza, la enfermedad, etc.?
- ¿Hasta qué punto se mantiene el modelo de pedagogía correccional en los servicios sociales de atención a las personas en situación de vulnerabilidad en nuestras sociedades actuales?
0 comentarios:
Publicar un comentario